LOS DERECHOS Y LOS HUMANOS: LA HERIDA ABIERTA
"Me queda algo de esperanza,
un optimismo extraño hace que no abandone.
Sé que es difícil, muchos quieren que se
muestre la verdad, pero hay muchos que no.”
Mientras se definen los nuevos límites del horror en tiempo real, el mundo que conocemos desaparece
frente al totalitarismo. La ocupación ideológica de un gobierno mundial estremecen la veracidad de la
conciencia y los Derechos Humanos enfrentan al paradigma de la guerra cuando no se necesitan
refugiados bajo la misma mesa. Una imagen que interpela nos invita a mirar el mundo. Provoca la resistencia y nos sumerge en su pensamiento. Cuando la imagen nos detiene busca algo más que un simple registro. Busca la compasión. Una fotografía es un acto de amor y sedición. La semilla fragmenta de una esperanza. El amor es una imagen peligrosa de revelar. El negacionismo mediático es una ideología, el acuerdo político entre los que mienten y asesinan. Es complicidad y omisión. La implantación del silencio sobre el dolor ajeno, la ceguera congénita del capitalismo visual. Enemigos invisibles para víctimas reales. Lo primero que muere en la guerra es una verdad.
El trabajo de Fernando Lavoz está lleno de humanidad. Es la búsqueda irrenunciable de un ser.
La valentía de su lente se levanta para enfrentar la impunidad del poder, buscando una verdad que se
ampare en la justicia. Maestro de la pincelada y del diafragma perfecto, capaz de descubrir una huella
entre tantas miradas. La incansable lucha por develar esta impunidad, sobrevive por el efecto
natural del principio de la luz que se abre en medio de la oscuridad y aparecen las demandas que valen
un estallido. Las imágenes perduran en los ojos de las generaciones que, con seguridad, tendrán la
inspiración para luchar con dignidad. Su obra es una imagen que se convierte en memoria y leyenda.
Andrés Bravo López
Fotógrafo documental
LOS DERECHOS Y LOS HUMANOS: LA HERIDA ABIERTA
Los Derechos y los Humanos: La Herida Abierta es un proyecto fotográfico que muestra una serie de imágenes yuxtapuestas a manera de montaje realizadas por el fotógrafo documental y artista visual Fernando Lavoz Bustamante. Es un ensayo visual que busca re-significar imágenes documentales mediante la superposición de capas fotográficas de diferentes registros realizados por el fotógrafo relacionados con vulneraciones a los derechos humanos ocurridos en Chile ejercidas por el Estado, las instituciones militares y la iglesia durante los últimos 50 años.
A partir de su trabajo como fotoperiodista el autor crea una iconografía pericial a manera de reconstitución de escena haciendo cohabitar unos sobre otros sus registros fotográficos documentales y de prensa que realizó en diferentes momentos y lugares durante los últimos doce años. Superpone diversas capas de fotografías para descubrir una nueva imagen que adquiere múltiples significaciones que se unifican en una vertiginosa y aparente disparidad de temas en un diálogo de fotos entrelazadas. Las capas más antiguas conviven con hechos recientes, un presente pretende aplastar el pasado, pero el ejercicio de memoria hace que se desborde el olvido. La alteración creativa que ejecuta sobre su archivo fotográfico realizado en sitios de tortura, lugares del crimen, registros de víctimas y familiares, de acusados y testigos, hila una costura en la memoria quebrada de estos sucesos que permanecen mayoritariamente en la penumbra de la impunidad. Al resultado de la inspección ocular de sus testimonios fotográficos, se une el estudio de campo reunido en estos últimos años que contiene material escrito, oral, audiovisual, gráfico, bocetos periciales, dibujos y planos de sitios de memoria, testimonios de testigos y protagonistas, estos son elementos claves de la yuxtaposición creativa que como una constelación de partes se unen a través de lo que el fotógrafo llama “capas de memoria visual” que se concretan en un montaje fotográfico experimental realizado en el cuarto oscuro digital donde se intervinieron las imágenes. Desenfoca, deslava, decolora, ensucia, rasguña la memoria, busca la convivencia entre las capas, pluraliza la imagen, escarba en la perfección de la tecnología para encontrar lo imperfecto de la realidad con el ojo roto.
DICTADURA CÍVICO MILITAR
El 11 de septiembre de 1973, un golpe de Estado liderado por los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas Augusto Pinochet, derrocó el gobierno democrático constitucional del presidente Salvador Allende. Tras el golpe, el régimen militar implementó un control autoritario sobre todos los aspectos de la vida política, social y cultural del país, incluidos los medios de comunicación. Miles de personas fueron detenidas a lo largo de todo el país durante los primeros días de la dictadura, sin importar clase social, género, ocupación, estado civil o edad siendo conducidos a los primeros centros de detención, muchos fueron torturados y ejecutados en el mismo lugar. En junio de 1974 la Junta Militar crea la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional), policía secreta encargada de reprimir, desarticular y eliminar elementos calificados como subversivos por el régimen. La DINA fue responsable de la mayor parte de los casos de asesinatos, tortura, secuestro y desaparición forzada de personas y sería reemplazada en 1977 por la CNI (Central Nacional de Informaciones). Carabineros y el ejército de Chile también participó de crímenes de lesa humanidad.
La cifra total de personas detenidas desaparecidas y ejecutadas políticas durante la dictadura militar sin entrega de cuerpos, período 1973-1990, es de 1.469 personas, de las cuales 1.092 corresponden a personas detenidas desaparecidas y 377 a personas ejecutadas sin entrega de cuerpos.
La cifra de víctimas directas de violaciones de los Derechos Humanos en Chile, ascendería, al menos, a unas 35 000 personas, de los cuales unos 28 000 fueron torturados. Además, unas 200 000 personas habrían sufrido el exilio y un número no determinado habría pasado por centros clandestinos e ilegales de detención.
Los medios de comunicación en Chile durante la dictadura de Pinochet jugaron un rol clave en el encubrimiento de los crímenes de lesa humanidad y en la construcción de una narrativa oficial del régimen que justificaba la violencia y represión. Utilizaron diversos mecanismos para silenciar las voces de las víctimas, distorsionar la realidad, censura, manipulación de la información, el control de la prensa, la utilización de eufemismos y propaganda del régimen. Algunos periodistas como Beatriz Undurraga fueron condenados por el Tribunal de Ética del Colegio de Periodistas por colaborar con el régimen redactando y publicando informaciones falsas. El periodista Pablo Honorato fue citado a declarar en noviembre de 2003 también por servir al régimen dictatorial.